¡Hola a todos!
Como ya sabréis aquellos que me seguís por las redes sociales, la semana pasada visité el Museo Thyssen-Bornemisza con la intención de ver la fantástica exposición dedicada al diseñador francés Hubert de Givenchy, la primera gran retrospectiva que se hace de él, que como sabéis vistió durante años a mi querida Audrey Hepburn, con quien mantuvo una gran amistad hasta su fallecimiento.

Aunque la exposición estuvo abierta al público desde finales de octubre, ¡casi me quedo sin verla! Lo fui dejando, lo fui dejando y hace un par de semanas recordé que en enero finalizaba, pero tuve suerte. Finalmente, un día antes de su cierre pude disfrutar del maravilloso legado de Givenchy junto a las mejores de las compañías, Chloé y mi pareja.

¿Qué me pareció? Francamente me encantó desde principio a fin aunque, como era de esperar, en el ‘rincón de Audrey’ se detuvo el tiempo y disfruté más que en cualquiera de las otras salas de la exposición. ¡Me encantó reconocer su ropa! Aunque, en realidad, el vestido de Desayuno con diamantes lo reconoció todo el mundo.

Me encantó entrar en la primera sala y encontrarme de golpe con la famosa blusa Bettina. En ese momento pensé, «esto también es arte».

¡Hasta disfruté de las salas de los 80 y 90! No son dos décadas que llamen mi atención en cuanto a moda pero en sus diseños no hay nada de ‘hortera’ como cabría esperar, son pura elegancia… ¡y algunos fueron de mis favoritos!

Y los sombreros… ¡ay qué sombreros!

La zona de las novias también me encantó, por supuesto (ya me conocéis).

La única pega que le pondría es que se me hizo muy corta y que, y esto es culpa mía, al ir un sábado (el último sábado encima) había muchísima gente, lo que tuvo su lado bueno y malo. Disfruté mucho de las señoras que se notaba que sabían de costura (digo señoras porque dio la casualidad de que todas eran mujeres mayores) y disfrutaban de cada diseño, de cada corte, observando todos los detalles y haciendo que tú también lo hicieras. En cambio, no disfruté tanto de las egobloggers o los estudiantes del mundillo que creían que sabían demasiado y no hacían más que decir tonterías (tenía que decirlo).

Fue un día fantástico, probablemente ‘El día’ que me hizo salir un poco de esa crisis que os comentaba en el anterior post y que estaba acabando conmigo. Volví a casa con una lámina de Audrey y Givenchy paseando por París, tres postales (dos de la actriz y una del diseñador) y una bolsa creada por el modisto para la ocasión; pero también con energía e ilusiones renovadas.

De vuelta a casa pasamos por los Jardines de Sabatini y, animada por mi pareja que suele ser el que más pegas pone a esto, dejé atrás la vergüenza y saqué a Chloé para hacerla unas fotografías (siento la calidad). Creo que me había olvidado de disfrutar de este hobby, pero nunca es tarde para volver a empezar, ¿no?

Rebeca
p.d. Todos aquellos que no pudisteis disfrutar de la exposición, podéis hacer un visita virtual pinchando aquí.
Imágenes vía Una Vitrina Llena de Tesoros